viernes, 20 de mayo de 2011

Mis Últimos Minutos

Por un momento, mi mente se puso en blanco, se nubló, y en un segundo, un momento de fatiga y cansancio anhelante de vivir, tuve una especie de flashback de mi propia vida, sensación de tristeza y melancolía, y digo melancolía porque tampoco bien lo que realmente expresaba ese extraño sentimiento de locura; Tenía la mente turbia, la vista cansada y los pensamientos perezosos. En ese preciso momento, me quedé pensando quién era, como era, dónde estaba y lo más importante, por qué estaba allí, que me había traído a ese determinado lugar, a ese sitio,...



Mi cabeza daba vueltas, mi alma iba al ritmo de mi corazón, al compás de mis latidos, cada vez más y más deprisa, mi carne se ponía de gallina y un gran fuerte y pesado nudo se oponía en mi garganta, todavía no había conseguido salir de ese mar de dudas.


Mi pulso temblaba, y mis ojos se habían quedado secos, secos sin lágrimas, sin poder expresar aquel indefinido y fuerte sentimiento equivocado o correcto; Por otra parte aún perduraba en mis cinco sentidos la aterradora idea de la equivocación, del pánico a tomar el rumbo por tu cuenta y tiempo después fijarte que te equivocaste de camino o que tal vez, no elegiste la opción más correcta, más correspondida o mejor figurada a ti, miedo a la equivocación.


Mis manos se dejaban llevar por el impulso de mi mente, de mis pensamientos, de mis obligaciones y de mis logros por cumplir, de mis necesidades y de mis apetencias, de esa sensación de no tener una idea totalmente clara, y así formaban un triste y perdido garabato al recoger todas y cada una de las prendas que descansaban en mi cama, esa cama en la que había dormido tantas noches, durante tanto tiempo, en tantos segundos de mi vida, en la que había tenido tantos sueños profundos que podían ser tanto dulces como amargos, en la que descansaba a gusto o bien a disgusto, en la que había oído tanto relámpagos en la noches de invierno como el aleteo de una mosca en verano; Una mosca, un ser pequeño e inofensivo que puede perderse en una simple ventisca y desaparecer en menos de un minuto y así borrarse de repente la vida de un ser menos en nuestro planeta, pero nadie le da importancia, nadie lo entiende y de esta manera el mundo sigue caminando, y hay que tener valor suficiente, mostrar una de tus mejores sonrisas y seguir adelante el camino, confiando en ti misma y creyendo que puedes hacerlo, porque si tu no lo haces nadie lo hará por ti; Ser fuerte y no dejarte derrumbar por nad ni por nadie y a pesar de todo eso, caminar con la cabeza bien alta.


De tal modo, que continué colocando mi ropa sobre aquella maleta, aquel gran objeto que me recordaba felicidad y alegría cuando la preparaba parairme a veranear a la playa, pero en este caso, el destino de mi viaje no era ese, era algo diferente, algo nuevo, más difícil.


Continué cerrando la rebosante maleta, maleta que espero que a la vuelta este rebosante de buenos recuerdos y satisfacción.


Visité todas y cada una de las habitaciones que había en casa, mi casa durante años, mientras al pasar, iba recordando ligeramente algunos recuerdos vividos allí, anécdotas y cosas importantes.

Me apoyé en el pilón, y bajé aquellas escaleras mirando las fotos familiares y aquellos cuadros pintados por mi madre que adornaban la pared.


Al bajar, se encontraba mi familia, que me esperaban allí todos, ansiosos por verme, y yo, me despedí de ellos y acto seguido marché haciala estación del tren, en la que me esperaba un intenso viaje. Allí estaban esperándome mis amigas para despedirse de mí, cosa que quería evitar para no ponerme triste. Les di un fuerte abrazo y despedí de ellas, cuando por fin, monté al tren que me llevaría a ese lugar por descubrir y conocer, y me llevé un gran recuerdo de todo aquello.


En el asiento que me senté, al lado, había una pequeña mosca, un ser pequeño e inofensivo...


Porque esas pequeñas cosas, son las que hacen que algo tan simple como eso sea único.


.....


FIN ¬¬




























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