domingo, 22 de mayo de 2011

♥Seguiremos Juntos en el Acantilado♥


Miré el reloj, eran las siete y media de mi último día en el lugar donde había vivido los momentos más felices, y también los más tristes de mi vida, (aunque de esos había pocos), ya que a la mañana siguiente me iría de ese lugar para no regresar, de momento.

Aproveché para irme a el acantilado, donde iba cada noche a sentarme fren

te al mar, para pensar y relajarme, allí había llegado a derramar las lágrimas más

dolorosas y había llegado a sonreír con más fuerza que nunca.

Allí estaba de nuevo, frente al mar, con la vista en el horizonte, y de repente vino a mi m

emoria la primera vez que fui a ese lugar. Tenía 5 años y mi abuelo me trajo aquí una tarde, me contó que él venia a este lugar desde que era pequeño y que le ayudaba a pensar y a relajarse, ese fue el último día que mi abuelo

pisaba este lugar, ya que poco después murió debido a su enfermedad.

Al recordarlo una lágrima recorrió mi rostro.

También me vino a la memoria mi décimo cumpleaños, en el que salí corriendo de la fiesta porque

mi hermana pequeña había roto todos mis regalos. Vine corriendo al acantilado y grité a los cuatro vientos cuanto odiaba a mi hermana, ella me siguió y me pidió perdón con una muñeca en la mano, su regalo y el único que había sobrevivido, mis lágrimas cayeron al mar, como si todo el odio y la tristeza se borraran de repente. Cogí a mi hermana, la abracé y volvimos a la fiesta.

Una sonrisa traviesa se me dibujó en la cara tras ese recuerdo, y la puesta de sol, se reflejaba en mi piel, como aquella noche, la noche que descubrí a mi primer amor; Tenía 12 años, igual que yo, y me gustaba desde hacía mucho tiempo, y por fin había conseguido que se fijara en mí, y justo aquí donde estoy sentada ahora mismo, me dio mi primer beso, aunque poco después me enteré de que a mi mejor amiga también le gustaba, y decidí olvidarme de él.

Volví a mirar el reloj, las diez; Ya era hora de volver a casa a preparar todo para mañana, pero estaba tan bien allí recordando, que decidí llegar un poco más tarde, mi madre lo entendería, de eso estaba segura.

Oí unos pasos que venían hacia mi, me volví y ahí estaba, el que había sido, e iba a ser siempre el hombre de mis sueños, Aitor, se sentó junto a mi, me agarró de la mano y me abrazó, y recordé como descubrí que él era lo que siempre había querido; Tenia 15 años, y él era mi mejor amigo de toda la vida. Una noche vine al acantilado, y él conmigo, nos sentamos y nos pusimos a hablar. El me confesó que le gustaba una chica desde hacía mucho, y que esa chica era yo. Al principio me asusté, pero la forma en la que me miraba y me sonreía me hacían sonreír a mi también y fue en ese instante en el que supe que él era todo lo que necesitaba para ser feliz.

- Vamos, tu madre esta preocupada - me dijo

- Lo voy a echar de menos -

- Lo se -

Fuimos a casa, me preparé todo, me despedí de Aitor y me fui a dormir.

Sonó el despertador, las siete de la mañana, suspiré y me levanté; Cuando bajé al salón estaban todos, papá, mamá, Marta, mis amigas…y…Aitor.

Eran las ocho y ya era hora de irme…

Me despedí de todos, intentando hacerme la valiente y no llorar, pero fue imposible, había vivido demasiadas cosas con ellos, ellos eran mi vida...

Aitor me acompañó al taxi, me abrazó, me besó y me dijo…

-No digas nada, te voy a esperar toda mi vida si hace falta, ¡Te quiero!-

Me volvió a besar sin opción a que le dijese algo, me metí al taxi, que arrancó enseguida, y por la ventana veía como mi vida se quedaba atrás, para abrirle camino a un nuevo destino, eso sí solo temporalmente, porque esa vida iba a continuar, al alejarme pensé en todos mis recuerdos felices y tristes, vividos en aquel acantilado, en todas mis lágrimas derramadas que el mar había borrado, en las sonrisas que el sol guardaría para siempre en su memoria y dije…

-Seguiremos juntos en el acantilado -

2 comentarios: